Falta coraje y liderazgo para alcanzar una Reforma Migratoria: José Ángel Gutiérrez
Hablar sobre el papel que la comunidad hispana ha tenido en relación a los movimientos en pro de una reforma migratoria se remontan desde finales del primer cuarto del siglo XX, con la creación de la Patrulla Fronteriza, misma que fue creada para “cazar” y frenar el ingreso de personas indocumentadas a través de la frontera entre México y Estados Unidos y donde las primeras redadas de migrantes mexicanos fueron el detonante para el inicio de una lucha que finalmente culminó en las marchas pro reforma migratoria a inicios del siglo 21.
José Ángel Gutiérrez, mexicoamericano, ex consejero del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, (IME por sus siglas al español); académico y activista comunitario en entrevista con Enlace magazine, habló sobre la figura del migrante hispano y cómo la aplicación de medidas gubernamentales ha repercutido en el proceso de lucha por los derechos de los migrantes, en particular de los mexicanos.
Gutiérrez inició describiendo el ambiente que prevalecía previo a la participación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, y cómo la contratación de trabajadores mexicanos a través del Programa Bracero que brindó trabajo a poco más de 4 millones 683 mil mexicanos no fue sino una esclavitud simulada.
“Trabajar como bracero era igual como si se fuera a rentar un esclavo; el bracero no escogía a donde lo enviaban, solo lo mandaban a un rancho de un racista donde hasta te cobran por comer y donde dormir”, apuntó.
El activista apuntó que “muchos braceros debían más dinero que el que recibían, una gran cantidad de ellos se regresaban porque no había protección médica, abandonaban el rancho y se iban al barrio chicano donde se mezclaban entre el resto de la gente, y era difícil saber quién estaba en forma legal o no; ahí fue donde comenzaron las redadas, “La Operación Mojado” (Wet back Operation, por su nombre al inglés), eso levantó el miedo a no alzar la voz e identificarse como indocumentados; nada.
La Operación Espalda Mojada fue una campaña de aplicación de la ley de Inmigración de los Estados Unidos en el verano de 1954; y que derivó en la deportación masiva de un millón cien mil ciudadanos mexicanos debido a que una parte del público estadounidense se había enojado por la corrupción generalizada entre los empleadores de aparceros y productores a lo largo de la frontera con México y por la incapacidad de la Patrulla Fronteriza para detener el flujo de trabajadores indocumentados.
A partir de esas acciones, dijo Gutiérrez, se comenzó a generar un clima de inseguridad e incertidumbre entre la comunidad hispana y se generó mucho temor a ser señalados como terroristas o provocadores debido al antecedente histórico de las redadas; después el endurecimiento de las políticas migratorias, le siguió con el 11 de septiembre del 2001; le continuó con las declaraciones y etiquetas que Donald John Trump impuso calificando a los migrantes mexicanos indocumentados como traficantes, violadores y terroristas.
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Las marchas ocurridas a partir del 2006 lograron despertar la consciencia de la comunidad, sin embargo, en el ambiente siempre había flotado el miedo y la inseguridad, en particular en los líderes y activistas de estos movimientos.
“Ninguno quiere arrancar la política migratoria, para todos los demás, (una parte del público estadounidense), somos el enemigo, los demócratas nos ignoran siempre nos han usado como personas insignificantes, los republicanos también lo hacen y han descubierto que es un tema que tiene popularidad y ellos tienen miedo de perder la ilusión de como era su país”, y agregó, “por eso nos ponen a nosotros; ahorita vienen muchos migrantes de todos lados, es muy difícil para nosotros levantar la bandera y nadie coopera con la lucha”.
Mexicanos versus mexicanos
Para el académico Gutiérrez, históricamente los mexicanos es el más discriminado es decir poca relevancia, “cuando comenzó esto de la migración alguien se le ocurrió contratar a mexicanos para sacar a los mexicanos; y por primera vez la mayoría de la Border Patrol son de origen mexicanos el 53 por ciento de ellos y con un salario de 80 mil dólares al año, les dan identificación, vehículo y un arma, ¿así quién se podría resistir?
Al mismo tiempo, explicó, las marchas en el 2006, y la participación de los Dreamers, (Soñadores), quienes sin importar su estatus migratorio de indocumentados salieron a las calles a manifestarse puso de relieve la mentalidad de estos últimos contra quienes teóricamente deberían abanderar y proteger la causa.
“Los “Dreamers” son el primer grupo al que se les quita el miedo, pero los otros no, y ahora que Trump nos dice que somos los asesinos, terroristas, traficantes d drogas y de personas nadie quiere sacar la voz como en aquel entonces y además de que esto se ha extendido”.
Por otra parte, el tiempo y las diversas circunstancias que rodearon las acciones de los que en su momento encabezaron estos movimientos ahora, aseguró, “cuentan un espacio laboral colocándose en otras posiciones, así como el incremento en el número de HI una visa de trabajo, pero, tan pronto se acaba el trabajo laboral se regresan o los deportan”, aseguró.
Necesidades laborales frente a las del activismo
Como abogado en materia migratoria, dijo Gutiérrez, “lidié con las necesidades laborales gubernamentales, mismas que se habrían centrado en recurso humano especializado en farmacéutica y enfermeras, de Uganda, ingenieros en computadoras de la India; así también hay grupos grandes de africanos de Nigeria trabajando legalmente, pero son los que menos protestarían por los bajos salarios”, aseveró.
Y… ¿la lucha?
La lucha por el activismo se ha enfriado, pero no se ha pagado, “muchos tienen resentimiento, coraje, lo que no hay es coraje, dirección, liderazgo porque quienes lo hacen son deportados y se llevan a toda la bola de militantes y activistas, hay cantidad de agentes de inmigración que viven en los barrios, pero no los deportan a todos porque si no se les acaba el trabajo, es decir hay intereses por todos lados”.
Preguntado sobre las expectativas reales de una reforma migratoria, este investigador aseguró que quizás como reforma propiamente no, pero “si podría haber cupo para ciertos aspectos; lo que estamos viendo es que esta generación de jóvenes ve las cosas muy diferentes el racismo sistémico que existe contra la diversidad sexual, ese grupo antes nunca nos apoyaba y solo combatían lo de ellos, ahora se meten a otros “issues”, con el fin de hacer alianzas y coaliciones para los que ellos quieren y muchos estudiantes de high school que tienen miedo de asistir a clases por todas las masacres y asesinatos, ellos, señaló, “están muy activos al igual que Black Live Matter, Me too; hay un sin número de jóvenes que no tienen miedo, están haciendo protestas y están siendo muy inclusivos en aspectos de la migración pues los que les siguen son los DACAS, y no hay ventanas abiertas para ellos”.
Sin embargo, señaló, el panorama de lucha estaría teniendo otro escenario guiado en mucho por la nueva visión de los jóvenes quienes ahora enfrentan nuevos retos y viven una realidad que no ha cambiado mucho donde sigue existiendo el racismo e intereses políticos de grupo.
Por Luis Ángel Galván Peimberth
@enlacemagazine