Fotografía/Perla Rodríguez

DURANGO, Dgo.-Un segundo año de pandemia termina; esto, en medio de un escenario complicado en salud y economía sobre todo para las familias duranguenses quienes buscan y anhelan un nuevo año con mejores condiciones.

Pero, recibir el año no solo es desearlo o anhelarlo, para muchas personas esperar la llegada del año nuevo significa la realización de tradicionales rituales en donde la salud, amor, trabajo, dinero y viajes futuros son parte de sus metas.

Desde el Mercado Gómez Palacio, Mely y Paty Martínez atienden el negocio Hierbas de La Sierra de Durango, que durante la transición del cambio de año se ve muy demandando por personas que compran desde veladoras, amuletos y hierbas para hacer las tradicionales limpias, y otros rituales propios de esta fecha.

“Para el año nuevo, generalmente los rituales son con velas, todas las velas tienen un significado, hay para la azul que son las de color azul, la verde para la espiritualidad, las rojas para el amor, la negra que representa la limpieza de lo negativo, para quitarse las malas energías”, explicó Mely quien aseguró además que este producto es uno de los más vendidos para estas fechas.

Si bien, todo el año ofertan hierbas medicinales, veladoras esotéricas, lociones, jabones, inciensos, hay cosas que de manera precisa se buscan para el fin de un año y el inicio de otro.

Paty por su parte, añadió que la adquisición de las veladoras va de acuerdo a la necesidad de cada persona, y citó como ejemplos las utilizadas para tener salud, abundancia y la elegida para quien quiere lograr una mejor relación con su pareja.

“La vela negra es para retirar lo negativo, se puede prender, se anota todo lo negativo, y esa veladora se enciende; ya en el nuevo año se enciende la blanca, donde se le va a anotar todo lo que uno quiere para ese nuevo año”.

Explicó que con ayuda de un alfiler o aguja a la vela blanca se le pegan papelitos con cada palabra como alegría, salud, abundancia, trabajo, amor, entre otros.

En cuanto a la vela negra se le agregan también con alfiler letreros como el de desempleo, enfermedad, tristeza, depresión.

Pero también, dijo, es común que la gente busque las de 12 colores, donde se incluyen prácticamente todas las posibles peticiones.

Existen también otros métodos para ahuyentar lo malo del presente año, y para ello recurren a la utilización inciensos, para ahuyentar todo lo malo que fue el 2021, “y hacer la limpia”.

Las lociones también son muy recurridas, que la gente utiliza durante los últimos y primeros de día de un año y otro.

Mely habló de las limpias con algunas hierbas, las más comunes son el pirúl, romero y la ruda; pero también hay de albahaca. Además de las tradicionales limpias con estas hierbas frescas, dijo, se acostumbran las limpias con el huevo, piedra alumbre, preparados con hierbas secas, con las cuales se pueden dar un baño.

“Te dan tranquilidad para empezar un nuevo año, quitarse las malas energías del año viejo, empezar con actitud positiva sobre todo”.

“Una ayudadita de esto está bien, prender una vela es algo bueno, algo bonito, hay que hacerlo, a veces nos falta tranquilidad y espiritualidad en nuestras casas, porque a veces hay mucho desorden; esto es para bien”, expresó Mely Martínez.

Eduardo quien solo dio su nombre, es comerciante y pone a la venta durante esta temporada diversos artículos para el año nuevo.

 

“Es muy tradicional, aquí los duranguenses hacen todo esto, trabajos para recibir el año, por ejemplo las 12 veladoras para prender cada mes, durante todo el año. También tenemos baños para limpia, con una loción, jabón y hierbas de compuestos espirituales, para las buenas vibras, tenemos amuletos de San Benito, para la protección, para la buena suerte, para el amor”.

Eduardo explicó que hay quienes recurren a este tipo de cosas nada más para el fin e inicio de año, pero también algunas personas de manera constante acuden para limpias, para veladoras.

“Es tradición de gente grande, ellos traen a sus hijos, y les van inculcando para empezar el año. Me piden mucho las velas, una de cada color, para cada mes”.

Juanita, de 65 años de edad y quien reside en la colonia Niños Héroes de esta ciudad realiza limpias los martes y jueves de cada semana.

Para ella los días de la semana son clave pues solo los martes y jueves se pueden realizar. El costo por cada limpia es de 50 pesos. Hasta ahí acuden quienes dicen necesitar de ellas; “algunas personas requieren de tres, cinco o hasta más, dependiendo de la carga negativa de la persona”, explicó Juanita.

Para recibir el año, Juanita pide a los interesados comprar la llave de San Benito, en plata, y acudir el primer viernes de enero para una limpia en la que además se pide por un buen año.

Para otros, recibir el año implica el comer 12 uvas a la par de las campanadas que dan esa transición de un año a otro.

Rosario Villagómez, originaria de Ciudad de México pero con más de 19 años viviendo en Durango, acostumbra diversos rituales.

“El clásico y más común es comer las 12 uvas antes que den las 12, pero en casa se han hecho muchas cuestiones, una de ellas es la de barrer hacía afuera con la creencia que de esta forma se van a ir las malas vibras, todas las malas situaciones, las enfermedades. Otro es hacer buñuelos, que de donde yo vengo se les llama buñuelos de rodilla, ¿qué hacemos?, comerlos, comerlos, los teníamos que fraccionar sobre un plato, y ya una vez que terminábamos era romper ese plato, porque ahí se iba todo lo negativo”.

Pero también, dijo, en su casa han recurrido a quemar todas aquellas palabras que representen cosas negativas.

“Poner en un frasco palabras que ya no queríamos tener, que se relacionaran con la tristeza, enfermedad, desamparo, ausencia, y a determinada hora también, antes de empezar el año nuevo, se quemaban también en un anafre para que iniciáramos el año sin esas circunstancias”.

Rosario, dijo que antaño también realizaba el famoso ritual de las maletas (para viajar todo el año), mismo que consistía en poner desde tiempo antes varias maletas en las casas, y cuando se acercaba el año nuevo, era correr con esa maleta a la puerta, a veces salir un poquito y regresarse a volverla a dejar que para que alguien más hiciera lo mismo.

Este ritual, señaló que era muy gracioso para ellos, pues casualmente ese año viajaron mucho.

“Fue curioso porque ese año lo hicimos mi esposo, mis hijos y yo, y pues todo ese año que vino ya no queríamos viajar porque era un viajar constante, por diversas circunstancias. Llegó un momento en que dijimos, ya no sacamos las maletas; esos rituales son de familia, en casa, con mi madre, mis tías y abuelitas”.

Perla Rodríguez Contreras

Especial/Enlace magazine

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