Fotografía (Cortesía Canal del Congreso)
DURANGO, DGO.-La violencia infringida hacia los niños a través del abandono es una de las principales causas de riesgos para la salud mental. Sus efectos pueden reflejarse en adicción a drogas, depresión o suicidio; quizás no en la infancia, pero si al crecer.
Durango ha registrado casos de suicidios en menores desde nueve años, y presenta consumo de drogas como el cristal en niños desde los ocho años.
El último registro oficial correspondiente al Instituto de Salud Mental del Estado de Durango (Ismed) sobre víctimas de suicidio data de 2018, cuando un menor de nueve se suicidó en la región de las quebradas, la cifra anual fue de 15 menores víctimas de muerte autoinflingida.
Para el 2019 la estadística se redujo a 10, y entre ellos el menor más joven tenía 13 años. En lo que va de este 2020 no hay reporte de menores de edad que perpetraran el suicidio.
Soledad Ruiz Canaán directora del Ismed indicó que este tipo de muerte violenta es causada por múltiples factores, pero en el caso de niños y adolescentes se aprecian factores relacionados con la familia como el abandono y una crianza deficiente.
En cuanto a la afectación de menores por el consumo de drogas, mediciones de Centros de Integración Juvenil (CIJ) reflejan que en la entidad el 67 por ciento de las personas que usan sustancias tóxicas fluctúan entre los 10 y 19 años.
En espera de mamá
Samuel vive con su abuelita, a quien le dice mamá. Tiene seis años y hace dos que su madre lo dejó en esa casa porque ella es adicta al cristal. A veces viene y está unos días pero luego se va a la calle. Su abuelita Juana sabe que el niño tiene la esperanza de que su madre regrese.
“Aunque yo intento darle todo el amor y atención que merece, nunca cubro sus necesidades porque yo no soy su mamá”, dice la mujer de 57 años.
Situaciones como esta se han vuelto usuales en la entidad y uno de los factores que lo provoca es la adicción a las drogas.
Sin embargo, Mónica Urbina Martínez, maestra en Psicoterapia Gestalt, destaca que también se presentan casos de padres que son adictos a otros hábitos, por ejemplo, la tecnología, a través del celular. Otra situación que orilla al abandono, indicó es la pobreza, esto debido a que muchas personas tienen jornadas largas de trabajo para poder llevar el sustento a casa, pero pierden el tiempo de sus hijos y estos pueden sentirse abandonados.
“Estamos criando hijos huérfanos de papás vivos”, advirtió la psicóloga.
El problema de esto es que “los niños van creciendo solitarios con un vacío existencial y un abandono emocional”, explicó Urbina Martínez.
Ejemplo de esto podrían ser casos de menores que sufren suicidio presuntamente porque los regañaron en la escuela o sus tutores, pero en realidad se trata de un vacío que viene del abandono.
La crianza deficiente trae consigo problemas graves, por ejemplo la predisposición de la persona afectada a la adicción a las drogas.
El Centro de Rehabilitación Infantil Analco (CRIA), ubicado en la ciudad de Durango, es el único lugar apto para atender a menores de edad que presentan problemas con sustancias tóxicas. En el sitio se reconoce que la familia, los padres especialmente, tienen una influencia directa en los niños, no solo para generar las condiciones para el inicio del consumo sino para evitar las recaídas.
Actualmente en el centro hay 10 menores de edad, el más joven tiene 13 años y su directora Martina Sosa Chávez afirma que la mayoría presentan problemas en el hogar, como violencia, omisión de cuidados o los mismos padres consumen drogas, esta es una de las principales causas de la reincidencia en usuarios del lugar.
Mateo tiene 14 años, hace un par de años probó por primera vez la marihuana, dice que unos amigos de la cuadra le invitaron. Le regalaron y luego el empezó a comprar. Posteriormente en la secundaria una amiga le ofreció pastillas, el efecto de estas le gustaron mucho, así que también comenzó a buscarlas por él mismo.
Poco a poco Mateo incrementó el consumo, mismo que realizaba en su casa, en donde lo cuida su abuelita ya que su mamá está ausente. Ella no es adicta a las drogas, simplemente tuvo a Mateo y siguió con su vida, pero a él lo dejó con su mamá.
La abuelita, a quien él llama mamá, no se dio cuenta del consumo de estupefacientes hasta que Mateo ya no era funcional, debido a que conoció el cristal, el cual comenzó a fumar y luego a inyectarlo para un mayor efecto.
Cuando sucedió esto, el menor inició con agresiones hacia la familia, incluso a la adulta mayor, ya no quiso ir a la secundaria y comenzó a robar objetos de la casa para comprar el cristal.
Cuenta que una vez por tanta droga que se había metido entró en crisis y comenzó a golpear su cabeza contra la pared, fue tras esto que lo trasladaron de inmediato a un conocido como anexo, en donde permaneció tres meses y luego fue dado de alta.
Con resentimiento, así se encontraba cuando salió. Al poco tiempo de esto recayó, y no fue hasta llegar al CRIA que Matero descubrió que presentaba un problema de salud.
En entrevista dice que espera no volver a recaer, y a pregunta expresa respondió que para él su principal detonante de la adicción fue el abandono de su mamá.
“Yo siempre he querido que ella esté conmigo, y no tenerla, saber que me abandonó me creaba un vacío que no sabía cómo llenar”, explica el menor.
En su caso, la madre solo decidió no hacerse cargo de él, lo que derivó a una crianza deficiente.
Urbina Martínez destaca no solo impacta a los menores, sino que puede reflejarse en la etapa adulta a través de adicciones, violencia, suicidio o delincuencia.
Por Sandra Nallely Urbina Olaguez
Especial/Enlace magazine