DURANGO, DGO.-A finales de la Primera Guerra Mundial, una terrible epidemia de gripe se propagó por el mundo, como si no fueran suficientes los estragos causados por la guerra.

                Muchos países decidieron no dar a conocer detalles de la enfermedad, para no alarmar más a sus ciudadanos y también para que el enemigo no se enterara de que muchos de sus soldados estaban muriendo por esta enfermedad. Como España se mantuvo neutral durante esta guerra, ahí sí se realizó un estudio más detallado de la enfermedad, por lo que se le terminó llamando “gripe española”.

                Desafortunadamente el contagio llegó a Durango, como se relata en el libro Bojedades, de Xavier Gómez, donde se explica que el número de muertos. En el mundo se estima que 40 millones de personas fallecieron, y tal como sucede hoy en día, en la capital durangueña los negocios cerraron, las personas permanecían en su casa, no salían a divertirse. En México la cifra se estima en 300 mil muertos, y en Durango la cifra oficial no pasó de los 750, sin embargo, se dice que cientos o miles de cadáveres fueron arrojados a la fosa común sin ser parte del conteo. Muchos de ellos fueron sepultados en una enorme fosa que se ubica donde actualmente se encuentra la colonia Morga en la capital del estado.

                En Bojedades se destaca que se agotaron los ataúdes, por lo que muchos de los cadáveres fueron amortajados con sábanas, cuerda y tablas de madera, y por supuesto, el servicio de carrozas era insuficiente para transportar los cuerpos al panteón, por lo que era una imagen común el ver personas por las calles cargando a sus muertos para darles cristiana sepultura, labor que también tenían que realizar los deudos, porque los sepultureros habían sido contagiados también y nadie quería suplirlos por temor a morir.

                “Muchos comercios estuvieron cerrados. Las Oficinas de Gobierno sólo trabajaban en lo más indispensable.

                “Las Agencias de Funerales, no tenían servicio de carrozas, ni ataúdes. Era preciso llevar muchas veces a los deudos amarrados a una tabla y sobre los hombros de sus amigos más misericordiosos”, se lee en el libro.

                En el texto, Xavier Gómez subraya: “No había diversiones, no había paseos. Durango estaba de duelo”.

                De enero a febrero de 1918 se registraron 740 defunciones por gripe española en Durango, y la ciudad se paralizó prácticamente durante ese tiempo, tal y como ahora, más de cien años después está sucediendo, aunque afortunadamente las mejoras en la higiene y los adelantos tecnológicos han permitido que el coronavirus no se haya extendido tanto y que el número de muertes sea reducido.

Por Carlos Yescas Alvarado

Especial/Enlace magazine

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