Entre la explotación infantil y la caridad
Fotografía (Elisa Núñez Retana)
DURANGO, DGO.-Regularmente, a Yesenia se le puede ver en el estacionamiento de un centro comercial de la zona oriente de esta ciudad vendiendo semillas, mientras que sus dos hijos mayores corren en el área de la panadería buscando ocupar su tiempo a reserva de las decisiones de su madre.
Esta
joven madre tiene otros dos varones y una niña, es decir 5 menores quienes le
acompañan
por lo menos dos veces por semana cuando ella sale a buscar el sustento.
“Vendiendo semillas es la única forma en la que puede llevar algo de dinero a la casa, o cooperar para comprar algo de comer para ese día, pues no puede buscar un trabajo porque no hay quien me cuide mis hijos”.
La pareja de Yesenia tiene un trabajo formal pero con el salario de él no les alcanza; “le hace como puede” dice la mujer.
Los menores asisten a la escuela por la mañana; pero en las tardes su mundo infantil se transforma por completo y su responsabilidad como niños se torna en la de un adulto al ser parte de la actividad económica de la familia.
“Van a comprar pan”; dice Yessenia. Sin embargo no llevan dinero y por lo regular casi siempre regresan con bolsas llenas de pan, asegura el vigilante encargado de resguardar esa área por donde esta familia asiste.
Esta escena es muy recurrente por esa zona, donde es común ver a niños y niñas a altas horas de la noche (y la madrugada) pidiendo dinero, comida o un “aventón”.
La mendicidad consiste en pedir dinero en la vía pública, pedir “caridad”, solicitar algún artículo de forma gratuita, o hurgar en lugares de desecho en busca de alimentos u objetos para comercializar.
Aunque la ley prohíbe que los menores de edad trabajen, existen maneras en las que niños y niñas son obligados a pedir limosna, lo cual es considerado como explotación infantil.
Lucía Xitlali Quiñones, psicóloga explica que hablar de trabajo infantil es hablar de todo un conjunto de condiciones sociales, económicas, políticas y culturales, las cuales favorecen estas conductas abusivas contra niños y niñas.
“No podemos encontrar una única y absoluta causa de que este fenómeno social esté presente en la actualidad, porque es el resultado de una serie de factores que lo propician y lo respaldan. Lo cierto es que estamos frente a una violación total de los derechos de las niñas y los niños, como la educación, que debería ser prioridad en esta etapa, y el derecho al juego y a una vida libre de violencia” sentenció.
Luis Reyes Rodríguez, sociólogo; este fenómeno va mucho más allá; “la humanidad de las personas involucradas va mucho más de no tener voluntad ni visión, o ganas de trabajar, ya que esto sería caer en simplismos y así intentaríamos justificar un orden social donde hay una pobreza muy generalizada y niveles de miseria extrema”.
Reyes Rodríguez ahonda también en las posibles causas para que una persona pida limosna, o para dejar que sus hijos lo hagan, dividiéndolas como legítimas e ilegitimas.
“De igual forma en algunos seres humanos involucra una disposición de victimización y falta de voluntad para buscar opciones, además de codependencia colectiva, de tal manera que algunas personas se hacen, lo que coloquialmente se diría ‘cómodas y dependientes’, cuando prefieren pedir, a trabajar, en una pasividad adquirida para vivir de los demás”.
La violencia tiene muchas formas
Luis Reyes
Rodríguez explica que “las causas de la explotación infantil no son solo de
carácter social y económico, también hay causas antropológicas y psicológicas,
donde la pobreza no solo es material en la carencia de bienes, sino también
cultural y educativa, por lo tanto sería más difícil de erradicar”.
La especialista Quiñones Compeán coincide con el sociólogo en que “la violencia sale a relucir porque no son solo golpes, existe la violencia psicológica que va desde la negligencia, el descuido, el abandono, la marginación y la indiferencia, y tiene consecuencias fatales en la construcción de la autoestima de las niñas y los niños, lo cual incluso puede llegar a los niños a padecer depresión y ansiedad” recalcó.
En los casos de explotación infantil va implícita la violencia económica, ya sea a través de limitaciones o del control del dinero para ejercer poder, y por otro lado las estadísticas muestran que un gran porcentaje de niñas y niños que venden un producto en la vía pública.
Además Reyes Rodríguez hizo énfasis en que existen padre de familia o tutores que sí están conscientes de las consecuencias que podrían enfrentar al permitir que sus hijos pidan limosna, o trabajen en la calle, y aún así se arriesgan a enfrentar este tipo de procesos, los cuales a veces son del tipo legal, argumentando en ocasiones que ellos desconocían que los niños practican esta actividad.
En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se establece en el artículo 123 Apartado A fracción III que la edad de 15 años es la mínima para trabajar.
El sustento de un día traerá consecuencias mañana
Claudia Angélica Tynan López, Procuradora de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes dio a conocer que parte del trabajo de la Procuraduría se encarga de proteger a los menores que son víctimas de la comisión de un delito, en cuyo caso estarían obligados a presentar la formal denuncia ante la Fiscalía del Estado, para después realizarse la investigación y encontrar a quienes resulten responsables.
La Procuradora explicó que paralelo a las labores que realizan “se hace un diagnóstico a los menores para descartar o detectar otros tipos de violencia”. En el caso específico de menores de edad que piden dinero, la funcionaria respondió, “es importante hacer conciencia de que nosotros como personas a veces sin querer, por desconocimiento somos cómplices o partícipes de que los niños sigan siendo abusados, al momento de que vemos en las calles o en los semáforos a niñas, niños o adolescentes pidiendo dinero en los semáforos, de darles una moneda, o simplemente de darles hasta comida, y no denunciar ante la autoridad correspondiente. Es imposible que las autoridades nos demos cuenta en todo momento, a veces vamos y afortunadamente no es una situación de explotación, si no es una cuestión de pobreza extrema, y ya entramos con otro tipo de apoyo”, sentenció.
Aunado a esto Tynan López dio a conocer que “sí se han presentado casos en los que desafortunadamente los padres han tenido que llevar conscientemente a los niños a pedir por ignorancia; ya que piensan que es una forma de trabajo en la que participa toda la familia. En esos casos tanto el DIF como la Procuraduría proporcionan apoyo que incluye pláticas y un seguimiento semanal, quincenal, o mensual, dependiendo de la investigación que se realice, para verificar que no se vuelvan a cometer estos actos.
Las personas que aún sabiendo que están en la comisión de un delito, mandan a los niños a solicitar dinero, e incluso les piden cierta cantidad. Cuando la procuraduría detecta este tipo de casos, se presenta la denuncia, se hace la investigación y se asegura a los niños en la casa hogar. Cada situación es diferente, algunas son por desconocimiento, y otras a conciencia. Dependiendo de la investigación se ejerce la acción legal”.
La Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes emite recomendaciones para que la ciudadanía contribuya a erradicar o disminuir los casos de explotación infantil y mendicidad. Las cuales incluyen no dar dinero a las niñas, niños o adolescentes en la calle, ya que se volverían cómplices al momento. De igual forma sugieren realizar una llamada, la cual puede ser de tipo anónimo, tanto a la Procuraduría o a la Fiscalía al teléfono 1379180.
Por Elisa Núñez Retana
Especial/Enlace magazine