Educar a los jóvenes, un proyecto de fe con apoyo de la comunidad
SAN LUCAS DE OCAMPO, Dgo.-Poco a poco los recuerdos van llegando y con ellos las imágenes de tiempos pasados, algunos buenos, otros no tanto, pero al final han sido experiencias vividas.
Ana María Aguilar De Young originaria del poblado San Lucas de Ocampo, Durango llegó a su tierra, después de mucho tiempo de no haber estado en su comunidad.
Partida
A la edad de 7 años, Ana maría, 5 hermanos, su mamá y un tío cruzaron la frontera de México con Estados Unidos de manera indocumentada; “lo hicimos con mucho miedo, era muy duro y traumático, sin saber el idioma, pero con ganas de salir adelante”.
Llegar a ese país significó el enfrentamiento de dos mundos, “uno donde no podíamos sobrevivir y el otro donde no nos aceptaban” describió Ana María.
Como niña, en aquel momento su mundo se reducía a asistir a clases y ayudar a su mamá en casa. Ir a la escuela era llegar al escenario de una guerra no declarada donde era una lucha diaria constante por sobrevivir.
“Mis compañeros nos hacían bullying, y los maestros nos prohibían hablar el español siempre nos recordaban que estamos en Estados Unidos y aquí solo se habla inglés”; esto, aseveró, “era una pelea permanente donde lo mas importante era salir lo mejor librada para regresar al día siguiente y enfrentar otra batalla.
Esto dijo, fue durante toda su vida como estudiante, tanto en la primaria, secundaria y preparatoria.
Su fortaleza para continuar, aseguró siempre ha sido Jesucristo; “él fue el único que siempre con su amor nos ayudó a seguir adelante y lo sigue haciendo”.
Pero la sobrevivencia no solo era solo en la escuela y las calles, también lo fue en su propia casa, pues nunca había lo suficiente para comer.
“Éramos 5 hermanos de México y nacieron otros 3 en Estados Unidos; el trabajo de mi padre como pintor no alcanzaba para poner comida en la mesa y mi madre trabajaba mucho en casa”, y agregó, “había ocasiones en que no comíamos y nos íbamos a la cama sin alimento, era duro”.
Dijo que orar era su mejor refugio, “poco a poco fuimos mejorando”.
Ana María siguió creciendo e ingresó a las escuelas públicas en sus diversos niveles. Sin embargo, la constante permanecía, es decir, la discriminación por su idioma y origen lo que literalmente se convertía en un campo de batalla, donde su fe y el amor a Dios era su coraza para soportar los embates de quienes la trataban de humillar por no ser igual a ellos; “simplemente éramos diferentes”.
Transcurrió el tiempo, y la vida de Ana María no estuvo exenta de malas experiencias, algunas en la escuela y otras en el barrio donde abundaban las pandillas, drogas y prostitución.
“Había violencia y consumo de drogas en todos lados, era muy difícil siempre estábamos con miedo, pero mi fe en Dios me ayudó a salir adelante”.
Estatus migratorio
El panorama para la familia de Ana María no era nada halagador, por un lado, el esfuerzo diario daba algunos frutos, pero por el otro la incertidumbre de estar en un estatus migratorio no definido los hacía más vulnerables.
Pasó el tiempo, y durante la administración del entonces presidente Ronald Regan vino la amnistía y con ella el panorama cambió y lograron legalizar su situación y con ello mejores oportunidades laborales.
En el camino, Ana María tuvo un divorcio que le dejó malas experiencias, pero también mucho aprendizaje mismo que la impulsó a mantener su fe en Dios y se dio cuenta que ella era el instrumento para grandes proyectos.
Con la seguridad legal que la amnistía le otorgó, Ana María comenzó a diseñar nuevos planes, y llevar a cabo proyectos que la mantendrían en contacto con su gente, la que solo recordaba por relatos de familia y a las que añoraba conocer en persona.
Su primer proyecto, ya lo había pensado desde algunos años, y comenzó con la vieja propiedad de sus padres en San Lucas de Ocampo, en donde ya comenzó a trabajar en ella.
La idea, explicó Ana María, “es construir un café internet con una biblioteca con biblias para que quienes ahí acudan a utilizar los servicios también puedan leerlas y comenzar sus propios proyectos de vida”.
Edgar Haro, ministro religioso y residente de ese lugar dijo sumarse a la causa y ser parte de este proyecto.
“Vemos en la hermana un ferviente deseo por ayudar a la comunidad, y este proyecto vendrá a ayudar a los jóvenes en su educación, pero también los mantendrá ocupados y con buenas bases para cultivar sus principios familiares y religiosos”.
Por su parte, José Dimas Mendoza, presidente de la Junta Local de San Lucas de Ocampo habló sobre los proyectos a realizar con el apoyo de Ana María y la comunidad.
“Para nosotros es importante la participación de la comunidad y con esfuerzos como el de la señora Ana María y su gente podemos lograr mucho, pues su proyecto ayudará a la comunidad, en especial a los jóvenes quienes requieren de estos espacios para seguir aprendiendo”.
Mendoza dijo que ya se está trabajando en otros proyectos como los de la limpieza en el cementerio, así como la recolección de basura en espacios que so necesarios para que la comunidad lleve a cabo actividades de convivencia.
Por su parte, Ana María adelantó que dentro de los proyectos a llevar a cabo en los próximos meses se buscará involucrar a los duranguenses en el extranjero como una manera de unificar esfuerzos para apoyar una cusa común que es San Lucas de Ocampo.
Por Luis Ángel Galván Peimberth
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