Devaluación artística de la muerte; nuevas tendencias

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Además del dolor al despedir a un ser humano representa, el fallecimiento y lo posterior a ello es parte de una tradición y homenaje de  quienes quedan vivos y que buscan dar a sus seres queridos. 

Parte de este homenaje es el proceso de un funeral, mismo que ha tenido sus variaciones a través del tiempo.

Ahora, por situaciones  de economía e higiene la modalidad es la cremación de la persona que ha fallecido.

Lorena Hernández empresaria del ramo  funerario explicó que ha bajado la demanda de servicio que implique un monumento  debido a que ha entrado el proceso de incineración, ya son más quienes se van por esta opción, “van adquiriendo otro tipo de servicio. Quizá ya no son los grandes monumentos, porque menos gente se está sepultando de manera tradicional”. 

La muerte ahora, explicó Alonso Martínez Barrios director del Museo de Arte Funerario, “obedece a un canon más sobrio, más simple”. Aseguró que es lo que dictan nuevas corrientes artísticas, por ejemplo con el minimalismo, transición que ha tenido la parte artística

Martínez Barrios señaló que en el ámbito artístico, a través del cual se rinde homenaje a los memoriales, durante el período del Romanticismo, en el Siglo XIX, hubo un auge de proyección en canteros y arquitectos, que desarrollaron capillas, esculturas y otras diferentes composiciones de carácter funerario, entre ellos destacó Benigno Montoya.

“A lo que llamo una devaluación de la muerte, es en torno a este contexto de la obra artística que rinde homenaje”, dijo. Y es que también se ha ido generando un cambio o adecuación en la manera en que se mantiene el espacio en que yace el ser querido. 

Todavía en la década de 1970 hay una secuela de trabajos funerarios bien logrados, en cantera, mármol, escultura. Pero, esto comienza a tener un valor más grande. 

“Para poder costear un monumento funerario, muchas familias ya no tienen ese valor adquisitivo, entonces recurren a la industrialización, copias a través de moldes”. Hay múltiples réplicas de monumentos trabajados de manera original.  

Rodrígo Hernández Marines, dueño de Lápidas y Monumentos, estima que en el Panteón de Oriente, de toda la obra de mármol que se tenía, en la actualidad queda entre un 10 o 15 por ciento, “se fueron perdiendo (…) el panteón está completamente olvidado. Sigue su tiempo y deterioro”. 

Se perdieron muchas obras, no se sabe dónde están, son obras que valen de cinco hasta 20 mil dólares, “alguien se las robó”.

Por otro lado, muchas de las tumbas que están caídas, dijo, no son acomodadas al ser propiedad privada, por lo tanto no se les da mantenimiento.

El tiempo va cambiando, antes eran imágenes, pero a la gente ya no le gustó, ahora buscan opciones más modernas, aunque luego llegaron otros mármoles y granitos de Europa, por lo que nuevamente se modifica el diseño de las primeras piezas.

Aunque ya son diferentes opciones las que buscan adquirir, resaltó que hay canteros destacados, incluso mejores que Benigno Montoya, “pero nadie los conoce, nadie los pela”. 

“La gente compra, porque quiere a sus finados, quiere a sus muertos. Van le ponen un monumento lo que esté a su alcance. Lo ponen con devoción”, comentó este cantero.

Hernández Marines refirió que actualmente se ha posicionado más la venta de urnas, pues son más las familias que optan por la cremación, aunado a la pandemia por Covid-19. Se trata de un trabajo más costoso.  

En cuanto a lápidas, explicó que lo más económico tiene un valor de siete mil 300 pesos, mientras que hay otras que se disparan hasta los 60 mil pesos, con capillas, mármol y  granitos naturales. 

Para Hernández la gente va modificando las tendencias referentes a cómo es que quieren despedirse de sus familiares.

“No necesariamente para despedirse tiene que ser algo muy caro o lujoso, ni lo era antes. Más bien es algo que la gente considera que le está dando algo muy bueno a sus familias, aunque estuviera económico. Eso ahorita está pasando”. 

Dijo además que las nuevas generaciones hoy han adoptado el lado ecológico, “en esa tendencia de cambio, como empresas que presta este servicio también hamos tenido que ir acoplándonos y adecuándonos a las demandas”. 

“Van adquiriendo otro tipo de servicio. Quizá ya no son los grandes monumentos, porque menos gente se está sepultando de manera tradicional”. 

En Panteón Jardín se ofrece un área de bosque, que incluye un lago donde se depositan las cenizas, la urna se integra al ecosistema. Hay opción de sepultar en tierra y también colabora con la naturaleza. 

En la actualidad son muchas las opciones por las cuales decidirse ante un fallecimiento, cada una al alcance y posibilidades de las familias. Aunque diferentes, finalmente corresponden a un homenaje para quienes ya no están presentes. 

Por Cruz Saldaña Gurrola 
Especial/Enlace magazine   

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